El problema de la soberanía de los nacientes Estados iberoamericanos sigue planteándose, a 200 años de ocurrido el hecho. Una de las amenazas a esa soberanía, actualmente, es la de poderes externos, que algunos califican de imperio, en una conceptualización que necesita ser validada rigurosamente, evitando anacronismos indebidos. En todo caso, la crisis internacional que estamos viviendo, y que nos afecta, es una posibilidad histórica única para redefinir y construir relaciones más justas y solidarias entre los Estados. A pesar del fuerte proceso de secularización que siguió a las revoluciones independentistas y que continuó dándose con rasgos diferenciados posteriormente, según las épocas y los países, y a pesar de las profundas transformaciones sufridas por la región en el orden religioso, la Iglesia Católica continúa gravitando en el ámbito de la sociedad civil, y sigue teniendo relaciones peculiares con los Estados, diferentes a las que mantienen las otras confesiones. El artículo sugiere necesario redefinir esas relaciones, de manera tal que la Iglesia alcance una verdadera autonomía y libertad para predicar el evangelio, y los Estados una soberanía política y un laicismo positivo, como corresponde a un mundo pluralista y secularizado