La reflexión por la historia de la cooperación internacional entre Europa y América Latina nos deja un mapa de avances, fisuras y retos irresueltos sobre los que no se puede apartar la mirada. En primer lugar, conviene recordar que toda cooperación nace desde una posición de desigualdad entre sus actores; eso le da esencia a la propia cooperación (por ello existe) pero también marca el accionar y las dinámicas en la relación de cooperación. Esto es importante no sólo en términos reales (relación de desigualdad en sí misma), sino también porque los actores involucrados son conscientes de esa situación de desigualdad y, en consecuencia, limitan el espacio en el que se mueven (y las posibilidades que tienen: de plantear exigencias, de cumplir las del otro, etc) con respecto al otro.