Gran parte de los estudios sobre las fronteras latinoamericanas se han elaborado a partir de enfoques teóricos y metodológicos que han planteado, históricamente, una relación indisoluble en la que las dinámicas sociales, económicas, políticas y simbólicas de las ciudades y sociedades fronterizas están rígidamente auto contenidas dentro de un territorio claramente delimitado por cada Estado. Es decir, se ha construido una suerte de ficción determinista, una doxa académica, donde prima un isomorfismo entre un espacio fijo y las dinámicas de una población específica.