La cuestión de la praxis estética coloca hoy, en el centro, una discusión con el enfoque que solo apunta a la producción de objetos estéticos. En efecto, el carácter hegemónico de la historia del arte, es decir, la historia de las obras y sus autores, ha limitado el análisis de las múltiples dimensiones de la experiencia estética, especialmente de sus efectos sociales. Se introduce entonces en este ensayo, a partir de las hipótesis de H R Jauss, un nuevo horizonte para el debate que recupere la restitución de la totalidad del sentido del arte: el de la aplicación de la teoría de la recepción para una nueva comprensión del arte. Se trata de reconocer en definitiva el enlazamiento mutuo, a propósito de la obra artística, de la expectativa, la experiencia social y la creación de un momento de nueva significación estética. Entonces: ¿Qué significa la praxis estética? Y aún ¿Qué significa hoy, experiencia estética? También queda implícita la exploración sobre la pertinencia de los juicios valorativos del hecho estético, la validez del acto selectivo: ¿Es hoy admisible erigir una estética sobre la belleza? Esto lleva a la cuestión sobre el valor del juicio estético y la posibilidad de su objetividad, en la actividad proyectual y de recepción, por ejemplo, de la arquitectura. La superación de la concepción, representacionista de la estética, debe partir por reconocer la pervivencia histórica, demostrada a la luz de la hermenéutica de las tres dimensiones o funciones básicas –poiesis, aisthesis, katharsis- de la praxis estética. Una segunda hipótesis analizada en este ensayo, plantea al placer como la postura unificadora propia de las dimensiones señaladas. De manera que se defiende la postura de la experiencia estética como un proceso dinámico (sino dialéctico) entre producción y recepción, de autor - obra - público, artista - formalidad artística- usuario.