En Latinoamérica las ciudades se consolidan de dos formas que resultan antagónicas: Por un lado, se construyen por parte del sector inmobiliario conjuntos residenciales que presentan características que desbordan los niveles óptimos de habitabilidad estos espacios están destinados a las personas que son poseedoras del capital económico; por otro, encontramos asentamientos humanos en el que sobreviven desde la lógica de la necesidad familias que son parte de lo que teóricamente se conoce como pobreza urbana. En algunos casos a estas familias producto del contubernio existente entre el gobierno y el mercado se les ha impedido obtener los equipamientos y las infraestructuras que garanticen una vida adecuada, por lo que como mecanismo de subversión urbana han impulsado procesos de autogestión comunitaria a través de los cuales se ha concretado su sueño de vivir de manera digna. Esta es la historia de los moradores del barrio de Atucucho cuyo proceso organizativo es referente de lucha popular en la ciudad de Quito.