Son varias las preguntas que han planteado distintos sectores académicos y políticos sobre las causalidades y razones del constante tulelaje, real o disfrazado, que realizan los militares sobre la democracia en algunos de nuestros países. Varias también han sido las respuestas que se han emitido para dar cuenta de los ámbitos donde intervienen este tipo de comportamientos anómalos, especialmente en sociedades que se pensaban a sí mismas como modernas, integradas e institucionalmente solventes desde el punto de vista político, estatal y gubernativo. Sin embargo, la serie de intervenciones castrenses producidas en el desempeño democrático de esas mismas sociedades, nos conducirían a pensar que la presencia "fantasmal" de las FFAA en el ordenamiento del sistema político es un mal necesario que al mismo tiempo contradice esas pretensiones imaginarias de completud y solvencia institucional democrática. El caso ecuatoriano no constituye excepción alguna. Al contrario, desde el retorno a la democracia en 1979 se vislumbraron los primeros problemas de deslegitimación del sistema político que los mismos actores habían diseñado para construir una sociedad alejada de las perversidades populistas y de la presencia oligárquica que frenó por muchos años el tan ansiado desarrollo. Una sumatoria de factores, conectados entre sí, condujeron a que el proyecto democrático presente rasgos insolventes y deficitarios hasta la actualidad.