Sumario: | Las contribuciones filosóficas de Celia Ortiz de Montoya (Paraná, Entre Ríos, Argentina, 1895–1985) a la educación pública entrerriana desde los años 30 y hasta los “largos" 60 se propusieron superar prácticas discursivas reñidas con la noción de humanismo entendido como forma de vida e ideal formativo. Su entusiasmo por el escolanovismo (de origen europeo) se tradujo en la efímera experiencia de la Escuela Integral Activa (1931–32), donde la filosofía y la pedagogía asumían la corresponsabilidad generacional de la trascendencia de la cultura. El análisis de contenido propuesto por la Historia de las Ideas y la Teoría del Contexto permite observar en las ideas filosóficas de la pedagoga, la inspiración de su lucha democrática a favor de un pragmatismo educativo reflexivamente solidario dentro del ideario educativo regional. Este fue concebido como la proyección de nuevas demandas y capacidades impuestas históricamente, a las que ella definió como ético–estéticas, lingüísticas, históricas, políticas y sociales.
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