Sumario: | Las mujeres medievales tenían sus vidas pautadas desde el nacimiento y eran estrictamente vigiladas tanto en sus acciones como en sus pensamientos. En el hogar, en los sermones y en los tratados que se escribían para ellas se les recordaba continuamente su situación de inferioridad y de subordinación a la autoridad masculina. En 1405 salió a la luz una obra que las defendía y que se animaba a cuestionar a numerosos fiósofos, poetas y moralistas que habían escrito en contra de las mujeres y que habían ayudado a cimentar la idea de que ellas eran esencialmente malas y proclives al pecado. Se trataba de La Ciudad de las Damas de Cristina de Pizán, la primera escritora profesional de la que se tenga noticia. Esta mujer excepcional se atrevió a cuestionar a pensadores de la talla de Ovidio y Boccaccio y con sus palabras construyó un espacio de libertad para sus congéneres, una fortaleza contra los ataques masculinos y, de esta manera, fortaleció el camino de la reflxión sobre la situación femenina, camino que sería más tarde transitado por muchas otras mujeres.
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