Sumario: | En el panorama de la literatura infantil y juvenil muy enriquecido en
la Argentina en las dos últimas décadas con obras de autores de gran
trayectoria, cabe destacar en nuestra provincia el aporte a la poesía
para la infancia de Amílcar Urbano Sosa con Antología de Meñique
(1963). Profundamente comprometido con su quehacer docente y con la
tierra cuyana, este poeta olvidado de las antologías, de los diccionarios
específicos y de los estudios académicos hace propio el docere delectans
de la tradición clásica. Es por ello que en su libro, teniendo en cuenta el
joven destinatario, canta a las primeras vivencias del niño en su encuentro
con el mundo de los afectos y con el mundo circundante. En este recorrido
por los paulatinos despertares - las estaciones, la casa, las fiestas
patrias - acierta a seguirse preguntando por la significación del maestro
que es, entre otras, “aprender lo que se ha dado por sabido [...] y alumbrarnos,
siendo hombres/ de aquellas cosas que tuvimos al ser niños".
En este trabajo, además de recordar los doce títulos que componen
su obra especialmente poética, desde la publicación de La rosa y la
abeja (1947) hasta Melesca y Canto del descubrimiento, ambas de
1996, nos interesa recuperar para la literatura argentina, mendocina
en especial, a quien en su momento fuera galardonado con diferentes
premios provinciales y estimado por la crítica como poeta auténtico de
la vida y del terruño.
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