Sumario: | Ya desde su primera novela publicada (Barbarie, 1927), el novelista mendocino Carlos Alberto Arroyo se inscribe en una línea de especial relevancia dentro de nuestras letras provinciales: la que responde a una intencionalidad política, nutrida por las complejas alternativas de la historia lugareña, a tal punto que un vasto sector de su obra podría ser denominada "la saga de la Mendoza lencinista". Lo sucesos narrados en La furia de los vencidos giran alrededor de la Revolución del '30 y su repercusión en el ambiente político mendocino, en particular dentro del círculo de una tradicional familia mendocina, los Ansay, cuya casa es el escenario de gran parte de la acción. Sucesivas polaridades espaciales inscritas en los pasajes descriptivos tienden a resaltar el valor simbólico de la casa como ámbito de acción en La furia de los vencidos: la verticalidad que se establece a través del concepto de "clase" como estrato dirigente de la sociedad, respaldada en el ejercicio del poder político; la dialéctica entre el adentro y el afuera, vale decir, la intimidad familiar opuesta al espacio de actuación pública y la idea de lo cerrado, manifiesta en la construcción de un espacio doméstico, asociado a lo femenino -hortus conclusus descripto con una tópica consagrada por la tradición- son otras tantas equivalencias del actuar de los personajes, sometidos a una coyuntura de transformación social que influye de manera decisiva en su destino.
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