Sumario: | Desde los tiempos más remotos y ya fuera considerada como arte, filosofía o ciencia, la historia ha tenido una dirnensión social y moral, en cuanto ha buscado investigar, narrar y comprender la conducta del hombre en el pasado.
Este relato del pretérito que se consolida como género en la antigüedad clásica llega hasta nuestros días y ha reflejado la ambición de los hombres por rescatar la memoria
de lo que estamos obligados a conocer, aunque sólo fuera parcialmente, ya que el olvido, individual y colectivo, es inherente a la condición humana.
La inspiración de los historiadores romanos y hasta un Maquiavelo en el Renacimiento, por ejemplo, fue ofrecer un repertorio de experiencias políticas al obrar de los dirigentes sociales de cada época. Cuando más tarde, la historia conquistó su autonomía y se perfiló como una ciencia moderna fundada en el estudio objetivo de una documentación organizada sistemáticamente, la historia siguió paralela al desarrollo de las sociedades europeas.
En América y desde la época de la dominación española
hasta ahora, la historiografía se ha desenvuelto en una
relación peculiar con la organización social y política.
Este proceso de relaciones e influencias mutuas ha seguido
algunas líneas maestras que deben ser estudiadas, aunque
en razón de la economía del presente trabajo sólo podamos
intentar la caracterización de las grandes tendencias
o rasgos del mencionado proceso.
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