Sumario: | En medio de las disputas del siglo XIII, Tomás de Aquino
afirma en el Commentarium in Sententiis, primera composición filosófico-
teológica, que “a la creación no sólo se la alcanza a través de
la fe, sino por la demostración racional". Esta idea no la abandona
en ningún momento y la mantiene a lo largo de su obra. Constituye
nuestro propósito en el presente trabajo establecer la relación existente
entre la estrategia argumentativa que el autor desarrolla en torno a
dos problemas: el de la creación y el del origen temporal del mundo,
señalando las dos vías argumentativas utilizadas, una que concluye
demostrativamente y la otra que expresa la imposibilidad de justificar
racionalmente el tema. La clave argumentativa que según entendemos
le permite diferenciar el doble orden de explicación radica en la distinción
entre causas por sí y por accidente: una causa A está esencialmente
ordenada a una causa B, si la acción de B es necesaria para que
la acción de A haya tenido lugar. De modo que para alcanzar el efecto,
es necesario admitir una causa primera, y entre los dos términos la
distancia o el número de causas esencialmente ordenadas a la causa
primera debe ser necesariamente finito. Distinto es el caso si se considera
el orden de la temporalidad inscripto en el marco de la causalidad
accidental: un mundo eterno o no, es algo que no se puede justificar
racionalmente en cuanto es un efecto accidental que procede de una
causa que obra con absoluta libertad. Entendemos que esta distinción
es el instrumento conceptual que le permite a Aquino delimitar epistémicamente
entre lo que es posible justificar con certeza, tal es el caso
de las argumentaciones que ofrece en torno a la creación; lo que sólo
lo es de modo probable, en particular las argumentaciones con base en
las doctrinas físicas aristotélicas; y finalmente, aquello que el hombre
únicamente puede llegar a conocer a través de la Revelación, como es
el caso del conocimiento de un inicio temporal del mundo.
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