Sumario: | Pese a los indicios que podrían encontrarse en la filosofía
griega, la noción de persona es de origen netamente cristiano y no
pudo haber sido formulada sino dentro de ese horizonte de pensamiento.
El hombre ha sido creado a imagen de Dios y es persona porque,
en primer término, Dios lo es. Aquí se enlazan, durante el medioevo,
las cuestiones antropológicas y teológicas (trinitarias y cristológicas).
Un ejemplo paradigmático se encuentra en las Sentencias de Pedro
Lombardo y sus comentadores, entre los que hemos reparado especialmente
en Tomás de Aquino. En este contexto, “naturaleza" (divina
o humana) y “persona" son nociones íntimamente vinculadas, pues es
propio de tales naturalezas el existir y manifestarse como seres personales.
Esa relación, sin embargo, se pierde durante la modernidad,
época en que persona y naturaleza se vuelven términos antagónicos.
Martin Heidegger, agudo crítico de esa transformación en la historia
del pensar, propone una concepción de lo humano que, no obstante su
“ateísmo metodológico", finalmente parece aproximarse a la noción
cristiana de persona.
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