| Sumario: | Este trabajo propone desnaturalizar un supuesto fuerte que atraviesa el imaginario sobre la educación universitaria y que se pone de manifiesto también en las didácticas: en este nivel (por motivos que habrá que dilucidar) suele considerarse que no son necesarias las prácticas de cuidado, ni el cultivo de los vínculos afectivos, que sí se consideran claves para la enseñanza y el aprendizaje en otros niveles. De acuerdo con este supuesto, parecería haber una necesidad decreciente del cuidado y el afecto a medida que se pasa de un nivel a otro en el sistema educativo: como si el intelecto debiera mostrarse más puro y la voluntad desligada de las afecciones. Es más, no sólo predomina la idea de que la afectividad no es un aspecto a considerar en el vínculo pedagógico, sino que a menudo da la sensación de que en este nivel están habilitadas prácticas de crueldad, cinismo, sadismo y violencia simbólica. Partiendo de este supuesto, nos interesa reflexionar acerca de sus correlatos en la formación de docentes en el nivel universitario. ¿En qué medida y de qué modos pueden promoverse dichas prácticas (quizás por omisión) y en qué medida y de qué modos se procura trabajar en la toma de conciencia sobre las mismas, para transformarlas en un ejercicio hospitalario de la docencia?
Nos detendremos en particular en una instancia en donde esta tensión entre la crueldad y el cuidado se hace patente: las prácticas evaluativas, particularmente los exámenes (en sus diversas formas). Numerosos estudios dan cuenta de los efectos nocivos, a menudo dolorosos, que estas prácticas producen en muchxs estudiantes que cursan sus estudios superiores. ¿De qué modos es posible pensar didácticamente prácticas evaluativas que partan de una ética de la hospitalidad?
Buscamos visibilizar una marcada contraposición entre la representación habitual de lo que la escuela/universidad debe hacer, como una especie de gran relato donde rigurosidad equivale a dureza, y un universo de pequeños gestos de hospitalidad, que están invisibilizados pero que son fundamentales, incluso para que un aprendizaje riguroso y sólido resulte posible.
El concepto central a pensar en este trabajo es el de hospitalidad, en tanto ethos institucional y en tanto disposición docente, como condición de posibilidad de procesos pedagógicos igualitarios y como garantía del derecho a la educación superior universitaria. Sostenemos que las prácticas éticas de cuidado son condición de una pedagogía igualitaria. Consideramos necesario atender las particularidades y diferencias para identificar problemas y modos adecuados de intervención que permitan a lxs estudiantes no solo ingresar a las instituciones, sino permanecer, aprender y finalmente graduarse de ellas.
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