Sumario: | Era frecuente comenzar mis clases de didáctica de la música preguntando: “¡Hola!, ¿se escucha?". Ese interrogante, que en el contexto del aula resultaba obvio, se convertiría en duda permanente en encuentros a través de las pantallas. Las medidas tomadas durante la pandemia 2020 habían cambiado las reglas del juego y pasamos, como decía Graciela Frigerio (2021), “de los tiempos cotidianos a los tiempos covidianos."
En este trabajo comparto reflexiones acerca de las prácticas pedagógicas y su relación con el aislamiento social, con el propósito de resignificar desde allí nuestra tarea como educadores del Nivel Superior.
Dentro de la formación en la práctica profesional correspondiente a los profesorados del Conservatorio Ástor Piazzolla —Instrumento, Producción Musical, Música de Cámara y Composición con medios mixtos—, la Didáctica de la Música es un terreno propicio y necesario para que los estudiantes entren en contacto con las problemáticas generales desde los roles de músicos-docentes.
Fue la imposibilidad de hacer música grupalmente a través de las plataformas virtuales, lo que nos impulsó a repensar diversos modos para que la música nos reuniera desde una práctica reflexiva a pesar de las limitaciones de la técnica; y en la exploración de alternativas, a buscar oportunidades para imaginar nuevos caminos, nuevas estéticas, nuevas alianzas.
Siendo la materia prima de mis clases la música compartida, muchas preguntas interpelaron mi rol docente: ¿Cómo sostener ese espacio educativo virtual? ¿Cómo construir un lazo afectivo sin poder intuir algunos gestos? ¿Cómo transmitir aquello intangible del aula al hacer música junto a otros? ¿De qué manera acompañar el trayecto de formación de estos estudiantes que en poco tiempo ocuparían cargos docentes en aulas presenciales?
En un andar muchas veces errático y no por ello negligente, “preguntarnos acerca de la práctica docente no intenta ir en busca de respuestas condicionadas que reducen las diferencias a una mismidad predeterminada sino aspira a que, como educadores, imaginemos recorridos posibles atendiendo a cada sujeto y contexto en particular" (Vivanco y Malvicini, 2022, p. 115).
¿Cómo educar y cómo seguir educando? Marina Garcés (2020) dice:
Este cómo no se resuelve solamente con respuestas de procedimiento. Es el cómo de la ética, de la política y de la poética. Interroga y cuestiona los modos de hacer y las formas de vida. Preguntar cómo educar es preguntarnos cómo queremos vivir. (p. 20)
Cuando la incertidumbre nos inquieta, no existen recetas ni pócimas mágicas: pero un hacer comprometido asumido por educadoras y educadores podría preservar el derecho a apropiarse, a formar parte y a generar cultura. Este trabajo apunta a utilizar estas “oportunidades pandémicas" para visibilizar las tensiones existentes y problematizar la realidad: un sendero posible para crear nuevos aprendizajes e imaginar horizontes de transformación educativa desde acciones colectivas. Como diría Luis Alberto Spinetta (2011), es tiempo de sostener “preciosos latidos compartidos donde podamos volar un poquito y sentir desde allí que estamos arrullando al mundo".
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