Sumario: | La Ley 26150, de Educación Sexual Integral (2006), es parte de un entramado legal que estipula un marco normativo favorable para la promoción de los derechos sexuales y reproductivos, la toma de decisiones autónomas y el fortalecimiento del derecho a la educación. A su vez, delimita una perspectiva desde la cual las instituciones educativas deberían posicionarse como formadoras que son (y siempre han sido) de sexualidades: la perspectiva integral. Tras casi quince años de su sanción cabe preguntarse acerca de los modos en que la ley se aplica en las distintas realidades escolares. ¿Cómo se integra y convive con lo ya establecido? ¿De qué modo se configuran las relaciones entre las y los actores institucionales para ir desarmando resistencias, abriendo espacios nuevos entre lógicas que se confrontan? En ese proceso conflictivo de discusiones, avances y retrocesos ¿Cómo se articulan los tiempos de las y los adultos con las necesidades de las nuevas generaciones? La escuela, como espacio de encuentro intergeneracional, abre la posibilidad del diálogo entre “sentidos comunes" diferentes. También en ella se desdibujan los límites entre afuera y adentro; el contexto se cuela, se impone, eclosiona e interpela el recorte curricular, los modos de relación y las dinámicas de autoridad. En este escrito se presenta, a modo de experiencia, el recorrido realizado por una institución de Educación Media en la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral, reflexionando acerca de las tensiones, disputas de sentido, resistencias y también demandas que despierta la misma. A su vez, se describen y analizan algunas estrategias pedagógicas y organizacionales llevadas adelante para avanzar en la consolidación institucional de las bases que esta ley promueve.
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