Sumario: | Críticos como Max Henríquez Ureña y Enrique Anderson Imbert, entre otros, consideran las influencias que recibió Rubén Darío de autores previos como explicación de su producción. Un aspecto interesante de estas influencias es que no fueron involuntarias sino deliberadas, como lo revela la famosa frase dariana de 1891: "¿A quién debo imitar para ser original?" (EI: 121). Esta afirmación debe llevarnos a reconsiderar nuestras ideas sobre el valor de las influencias como método crítico, y contextualiza el fenómeno cultural del modernismo al enfatizar su naturaleza como respuesta cultural y resultado de una transculturación. Aunque este tema haya sido tratado por la crítica (Rama, 1970; Pacheco, 1970), tanto la idea de influencia que refleja esta declaración como sus resultados en su obra literaria nos llevan a reexaminar la noción de influencia, especialmente si se considera el modernismo como una formulación hispanoamericana de respuesta cultural, resultante de un proceso de transculturación. Este acercamiento servirá como explicación posible de los actos de apropiación de parte de Darío, quien, según Noé Jitrik, consideraba la literatura como un producto. Dentro de este contexto, cabe proponer que Darío veía estas apropiaciones como procesos modernos, orientados al mejoramiento de su producción. De este modo, al insertar elementos de obras europeas que decidió "imitar para ser original", no sólo altera el concepto crítico tradicional de la influencia, sino que establece un patrón de relaciones literarias y culturales entre América hispana y Europa, visible en la interacción de sus obras y las fuentes que la inspiraron, como son "Sonatina" ("Le chevalier double" de Théophile Gautier), y "Palabras a la satiresa" ("Les ingénus" de Paul Verlaine).
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