| Sumario: | Se trata de replantear la tensión legalidad-legitimidad en las sociedades democráticas y de cómo avanzar en la constitución de una razón pública que se haga cargo de decisiones políticas que tienen que ver con la vida y su reproducción. La cuestión es la consideración de un desplazamiento en esa tensión en que el lugar de la legitimidad se corre de la legalidad al margen o exterioridad del sistema, exterioridad en que lo particular o la diferencia no sólo instituyen la legitimidad sino una universalidad concreta, que reconoce lo político como transformación social y a la vida como criterio de verdad. Reconocer la vida como criterio de racionalidad significa recuperar la noción de vida humana como acontecimiento originario y fuente de sentido. Así como re-pensar la noción de cuerpo en tensión con la de vida permite abordar el problema del cuerpo desde la perspectiva de una legitimidad construida desde los márgenes del sistema, reconociendo la paradoja jurídica de los estados de excepción y de los sujetos dentro/fuera de la ley. Pensar desde la categoría de biolegitimidad supone pasar de las reglas del juego a lo que está en juego en él: la vida reducida a nuda vida o a vida precaria.Planteamos entonces que la biolegitimidad abre un espacio más allá de la biopolítica: el de las políticas de la vida que, en un movimiento de re-politización del mundo, suponen un desplazamiento de las formas políticas a la materia de la política, entendiendo por esta materia precisamente a la vida, el cuerpo y a las elecciones de índole moral que toda política supone. En nuestras sociedades occidentales, en la base del reconocimiento de lo que se institucionaliza como deuda o culpa se produce un cruce entre lo moral, lo político, lo económico y lo jurídico. Proponemos entonces re-pensar la cuestión de la legitimidad analizando genealógicamente las continuidades entre las prácticas punitivas y la moral en nuestras sociedades occidentales y analizando la institucionalización de la pena en el derecho. Es decir, un análisis del castigo como problema y no como solución, en lo que podría considerarse un momento punitivo/giro punitivo, que no puede resolverse en nuestras sociedades sólo en el plano del derecho .
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