Sumario: | En la trayectoria poética de Nélida Salvador se advierte una constante preocupación por el tiempo. Se trata de una pregunta obsesiva efectuada desde
un horizonte "neohumanista". Esta línea emergente de la lírica argentina, que se afianza hacia fines del ‘50, manifiesta un claro sesgo existencialista. El aquí y el ahora del sujeto lírico se convierten en las coordenadas fundamentales que orientan sus indagaciones sobre la temporalidad.
En el caso concreto de Nélida Salvador, la pregunta por el devenir del
hombre, suscita una importante dialéctica témporo-espacial: en la imagen
poética se condensan el ciclo de la naturaleza, el pasado dilatado de la infancia, el presente de la vida cotidiana y el futuro de un proyecto humano
que anhela concretarse. Asimismo, estos haces temporales se vinculan con
la aprehensión del espacio y con un sentimiento ambivalente de arraigo y
desarraigo.
El objetivo del presente estudio consiste en analizar cómo se desarrolla esta particular dialéctica en los dos primeros libros de la escritora:
Tránsito ciego (1958) y Las fábulas insomnes (1962).
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