Sumario: | La violencia en todas sus dimensiones ha ocupado tarde o temprano la
pluma de los escritores del Caribe y de América Latina, quienes con estilos disímiles
y diversas estrategias discursivas encontraron en la labor literaria la libertad
expresiva negada, en la mayoría de los casos, por su contexto social. La relativa
distancia temporal de estos acontecimientos no significa que los intelectuales de los
’90 hasta el presente hayan dado una vuelta de página a la historia de tales sucesos
cuyas consecuencias aún hoy se advierten y padecen.
La literatura de Colombia y de la República Dominicana no son una excepción.
Señorita del escritor colombiano Gonzalo España (1996) filtra la violencia de los
años cincuenta de su país a través de la memoria de un niño, voz narrativa que
actúa como un catalizador positivo del pasado. Mudanza de los sentidos de Ángela
Hernández (2001) se distingue por la inocente perspectiva de una niña quien, al
relatar el mundo de la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo en la República
Dominicana, cuenta su propia historia.
Los distintos ritmos narrativos, el particular lenguaje y las diversas estrategias
literarias permitirán analizar la importancia de elegir una perspectiva infantil para
relatar los hechos de la violencia. La ruptura con los tradicionales personajes
colectivos de las novelas que ficcionalizan hechos y personajes históricos amplía las
posibilidades críticas y reflexivas que la expresión literaria ofrece sobre los hechos
sociales y sobre el mismo arte de escribir.
|