Aportes para repensar la relación entre derecho, estado y violencia

Existe una idea generalizada de que la violencia estatal, violencia legítima cuyo monopolio detenta el Estado (Weber) , es necesaria para la preservación del orden en una sociedad democrática. Sin embargo, estas posturas no problematizan el carácter de clase de los conflictos que esa fuerza viene a...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: ​Naffa, Victoria Yasmín
Formato: documento de conferencia
Lenguaje:Español
Publicado: 2017
Materias:
Acceso en línea:http://bdigital.uncu.edu.ar/10561
Descripción
Sumario:Existe una idea generalizada de que la violencia estatal, violencia legítima cuyo monopolio detenta el Estado (Weber) , es necesaria para la preservación del orden en una sociedad democrática. Sin embargo, estas posturas no problematizan el carácter de clase de los conflictos que esa fuerza viene a neutralizar (o desencadenar), así como tampoco se detienen a analizar la funcionalidad de esa violencia en la perpetuación del orden capitalista. Partimos de la base de que el avance del capitalismo se traduce en despojo, aumento de la explotación y destrucción de modos de vida (Roux). Y necesariamente esta expansión del capital se sirve de la violencia estatal en sus diferentes formas. Se pretende analizar esta violencia estatal en tanto violencia legítima. Violencia estatal que mientras se enmascara de discursos del “bienestar general" se encuentra en permanente construcción y reforzamiento técnico e ideológico para la perpetuación de la dominación (Neocleaus, Calveiro). Será necesario entonces pensar la coerción y el consenso de forma dialéctica, ya que la dominación no sería posible si la fuerza física (violencia/coerción) no tendría consenso (Gramsci). Se pretende abordar críticamente la violencia en general para poder entender el sentido de la distinción entre violencia legítima e ilegítima que en definitiva es la que fundamenta esa idea de la que referí al comienzo. Aquella idea que parte de la base de entender a la violencia estatal como necesaria para la vida democrática y como garantía del “estado de derecho". Pero la legalidad y el estado de derecho no representan un paliativo de la violencia, sino su más perversa consumación. Quizás estos cuestionamientos nos permitan reflexionar sobre la idea de que la violencia desplegada por otros actores políticos implica en sí misma un cuestionamiento de este monopolio que en definitiva no es más que una condición de posibilidad para la perpetuación de un orden injusto.