Sumario: | La tradición “obrerista" del asalariado en Argentina es una anomalía en el continente. Los índices de empleo formal diferenciaron fuertemente a la Argentina de sus vecinos más cercanos, con guarismos comparables a los de países europeos. Recién en los años noventa, como reflejo vernáculo de la ola neoliberal global, los índices de desempleo y exclusión nacionales se emparentarían a los del resto de América Latina. La economía de los excluidos, como sector de peso en el total nacional, nace en la década menemista. Es la economía de la sobrevivencia, no de la solidaridad. Los principios neoliberales que funcionaron como plafón ideológico de las políticas del desempleo y la marginalidad no son la antítesis del sector, sino por el contrario, marcarían desde su emergencia su lógica de funcionamiento.
Es que desde mediados de la década del 70′ en adelante, el mercado formal argentino no logra integrar a una parte importante de la población dispuesta a conseguir un empleo. Las economías paralelas que se forjan en este contexto de exclusión sistémica no son siquiera nombradas por los paladines de la economía clásica. Reflexionar sobre la economía argentina actual ignorando el enorme número de trabajadores/as que se encuentran por fuera de cualquier relación de dependencia es una operación demasiado forzada. En este sentido, en el presente trabajo intentamos esbozar algunas hipótesis de trabajo que focalicen en las explicaciones que del fenómeno se han dado hasta el momento. Buscamos integrar un análisis político-ideológico del fenómeno, que de cuenta de la sobredeterminación del discurso neoliberal en la praxis concreta y emergencia del sector, con un abordaje más allá de toda genealogía: pensar la acción colectiva en las organizaciones de la economía popular hoy. En todo caso, ambas perspectivas se complementan en la tarea (militante) de preocuparse por indagar las huellas del neoliberalismo en la práctica político-económica concreta.
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