Sumario: | La cárcel de Bafatá está estrenando muro. Los guardias de la prisión están estrenando uniformes y un nuevo par de esposas, cortesía de la Embajada de Portugal. Pero en el centro penitenciario más grande de Guinea-Bissau, con capacidad máxima para sesenta presos, no hay una sola arma ni un solo automóvil. Hace dos años, antes de que proyectos de cooperación con gobiernos europeos invirtieran en restaurar la prisión y sellaran las vías de escape, los presos podían entrar y salir a voluntad. Volvían, dice el director de la cárcel, porque aquí se les da de comer.
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