Sumario: | Los cambios en las economías y sociedades rurales andinas que se han generado en las dos
últimas décadas han sido profundos y complejos. Resalta a la vista el abandono de las reformas
agrarias (aunque las mismas están regresando a la agenda política en Bolivia y
Venezuela), la flexibilización de los mercados de trabajo junto a la promoción agresiva de viejos
y nuevos renglones de exportación agrícola, sin considerar las consecuencias ambientales
(como es el caso de las flores en Colombia y Ecuador), los programas focalizados del Banco
Mundial y otras agencias dirigidos hacía campesinos “viables”, poblaciones indígenas y mujeres,
la diversificación económica del campo hasta tal punto que en el Ecuador se estima que
“entre 30 y 40% de la población rural tiene empleos no agropecuarios” (Chiriboga 2005:300),
nuevos movimientos migratorios, nacionales e internacionales, provocados por la liberalización
comercial, aumentos de pobreza y desigualdad en muchas zonas de los Andes causados por la
manera en que los agricultores de la región y de otras partes de América Latina han sido obligados
a competir con la agricultura subsidiada de los Estados Unidos (Stiglitz 2003:12), y
mucho más.
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