Sumario: | A paso lento pero firme, las reflexiones sobre el tema del racismo en el Ecuador van adquiriendo una mayor importancia teórica, paulatinamente presentan consistencia y solidez metodológica, atraen una relativa atención gubernamental y generan el interés político por parte de varias entidades no gubernamentales, organizaciones éticas y de derechos humanos que se esfuerzan por visibilizar este problema en una sociedad como la nuestra, que se ha caracterizado por permanecer adormecida, hipócrita e indiferente frente a una realidad con marcados signos racistas que curiosamente han sido negados por muchos años.
La obra de Carlos de la Torre debe ubicarse en este duro y revelador contexto que nos demuestra la variada existencia de los ocultos intersticios sociales donde se produce el racismo.
Para lograr este propósito utiliza distintas entradas explicativas, muchas de ellas asumidas como lugares comunes en la interpretación de las acciones racistas, se trata básicamente de la serie de prejuicios y el déficit educativo de la población, que sin ser menos importantes, constituyen un componente fundamental para entender la ideología “racialista” como diría Todorov. Otras entradas, en cambio, aparecen novedosas y motivadoras cuando se las relaciona con los ámbitos culturales y las prácticas racistas concretas en la interacción cotidiana, situaciones que son parte esencial del sistema de poder que naturaliza, regula y racionaliza las relaciones desiguales de poder.
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