Sumario: | Este artículo explora la necesidad y posibilidad de construir una racionalidad que trascienda pero no necesariamente elimine la racionalidad instrumental. Dicha racionalidad se basa no en las preferencias del consumidor sino en las necesidades de las personas, no en cálculos económicos
sino en una ética del bien común, que permita conservar y reproducir el circuito natural de la vida humana y de la naturaleza. Propone que para llegar a esta racionalidad se requiere de una crítica al fetichismo de la empírea, es decir, a esa imagen de realidad constituida únicamente
por relaciones mercantiles. Todo esto apunta a contestar la pregunta sobre ¿cuál es la mejor sociedad?
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