Sumario: | Lo ético no es reductible a la eficacia política, como a veces se imagina desde la izquierda ideológica.
Ciertamente, tampoco la política podría reducirse a formas éticas, incomprensión altamente
instalada en tiempos de crisis de la representación. El “eticismo” en la interpretación de
lo político suele servir a su deslegitimación, pues impide comprender su funcionamiento intrínseco.
Hay también un “eticismo de izquierda”, que, sin comprender los factores socio-estructurales,
interpretó el fervor por el estado soviético como el abandono ético de los principios emancipatorios
del marxismo. Pero suele predominar la idea de que un pensamiento revolucionario
puede prescindir de la ética, pues la eficacia política sería la ética por sí misma, en cuanto a sus
esperados beneficios sociales. No cuesta advertir las lamentables consecuencias de legitimación
del terror o del absolutismo que se siguen de una asunción que simplemente superponga lo político
con lo ético.
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