Sumario: | La particular relación existente entre el cuerpo y la política constituye un fenómeno a considerar como proceso histórico atendiendo a sus derivaciones sobre la salud. Quizás no exista situación comparable desde la biopolítica como acontece con las identidades disidentes y particularmente con los cuerpos de las mujeres y sus sexualidades como ámbito de disputa de intereses políticos, religiosos, corporativos, económicos y sociales. Un verdadero bastión de combate. El objetivo de este artículo de investigación es reconocer a los cuerpos de las mujeres como campos de disputa y tensión de poderes contrapuestos y apropiadores de derechos, presentar un modelo de incidencia política en el campo de la salud aplicado al campo de la salud sexual, la educación sexual
integral y el feminismo. Asimismo, es propósito de estas páginas reconocer los diferentes aportes de dicho modelo en la comprensión de las complejidades intervinientes en la lucha y la garantía de los derechos para el ejercicio de la sexualidad como eje constitutivo de la salud. Respecto al abordaje metodológico, se presentará un modelo de incidencia para la formulación de políticas de salud y su aplicación en el
campo de la salud sexual y su relación con las tres dimensiones analíticas: 1) sanitaria (basada en fuentes secundarias), 2) educativa (basada en la experiencia ESI en América Latina y una investigación en curso) y 3) participación social (basada en la experiencia del activismo social). Desde el campo sanitario, se contempló la evolución histórica de los programas de salud de la mujer, pasando por la salud sexual y reproductiva hasta la incorporación de la perspectiva de género. Desde el campo educativo, la ESI emerge como campo explicativo de las tensiones asociadas a continuos debates y la generación de barreras para la implementación. Desde la perspectiva social, se analizan las consecuencias y respuestas generadas desde los movimientos feministas en la búsqueda de sociedades más inclusivas y respetuosas de los derechos, en el ejercicio de la sexualidad y las disidencias de género, las libertades para decidir, exigir, y desarrollar de manera autónoma e informada los propios proyectos de vida. La
aplicación del modelo de incidencia política permite reconocer las complejidades en juego asociadas con la formulación de políticas vinculadas con la sexualidad y la salud de las mujeres.
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