Sumario: | El proceso de globalización ha generado en las décadas recientes una serie de cambios distritutivos en materia de riqueza y poder, caracterizados por la concentración de los recursos y la profundización de la desigualdad, tanto en
los planos internos como internacionales. En ese contexto, las corporaciones multinacionales tuvieron un escenario propicio para el despliegue de su potencial productivo en todo el planeta, aún a costa del bienestar social en los
propios países centrales. En tanto el malestar social habitó el mundo periférico, no se tomó nota de los aspectos más disruptivos del esquema globalizador. Nuevos hechos políticos, ahora en las principales naciones impulsoras de la globalización, que parecen contradecir algunos de los aspectos clave de este proceso –como la creciente liberalización comercial–, reclaman una revisión de los elementos estructurales que están actuando como contra-tendencias de un ciclo mundial que se aproxima ya a las cuatro
décadas. En el caso latinoamericano, en el cual las elites locales apoyaban decididamente el proceso globalizador y la aplicación de políticas neoliberales, la aparición de proteccionismo y unilateralismo en los Estados Unidos genera
perplejidad y sorpresa, ya que incrementa significativamente la incertidumbre sobre el papel que podrá jugar la región en un escenario mundial recientemente conflictivo y sobre la posibilidad de alcanzar mejores niveles de vida y progreso económico continuando con las mismas orientaciones neoliberales que constituían el “canon” conceptual del período anterior.
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