Sumario: | La ciudad de Quito vive una tensión indivisible en su estructura espacial, pues al tiempo que es la capital del país, también es la sede del Gobierno, y el referente de la centralidad del Estado-nación. Las pugnas por la capitalidad y la centralidad están presentes en la historia reciente de la sociedad quiteña, marcando la manera cómo las elites locales se relacionan con el Estado, el sentido que va adquiriendo la gestión del gobierno municipal y los imaginarios urbanos que confieren identidad a sus habitantes. No se trata de una convencionalidad derivada de la división político-administrativa, montada con el avance del Estado que estableció un entramado administrativo por niveles; sino que la tirantez de intereses entre capitalidad y centralidad expresa, ante todo, en mi opinión, la modalidad de articulación territorial, económica y de poder de la región quiteña con el Estado ecuatoriano, la misma que se “renovó” en las dos últimas décadas del siglo veinte con la asunción del estatus de distrito metropolitano.
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