Crítica de la educación por competencias

Este reciente libro se hace eco de una larga tradición crítica, que desde algo más de una década combate un proyecto educativo tan peligroso como insidioso, ya que ha logrado penetrar el sistema escolar y universitario, por todo el mundo, con el pretexto de renovarlo y mejorarlo. Más que una recensi...

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Detalles Bibliográficos
Autores principales: del Rey, Angélica, Sanchez-Parga, J.
Formato: Revistas
Lenguaje:Español
Publicado: Universidad Politécnica Salesiana (Ecuador) 2011
Acceso en línea:https://universitas.ups.edu.ec/index.php/universitas/article/view/15.2011.09
Descripción
Sumario:Este reciente libro se hace eco de una larga tradición crítica, que desde algo más de una década combate un proyecto educativo tan peligroso como insidioso, ya que ha logrado penetrar el sistema escolar y universitario, por todo el mundo, con el pretexto de renovarlo y mejorarlo. Más que una recensión de esta obra, este texto constituye toda una reflexión de lo que nos merece el problema planteado; sobre todo por la vigencia que sigue cobrando la nueva educación capitalista, y que en las últimas dos décadas ha devaluado casi un 30% las carreras de profesores de colegio y de Universidad (Laval, 2011; Bouzidi, Jaaidane y Gary-Bobo, 1960-2004). En estos momentos, septiembre de 2011, maestros, profesores y estudiantes protestan en las calles de Chile, de España, de Francia, y no hace mucho habían manifestado de inconformidad también en Inglaterra e Italia. Este “malestar en la educación” responde a múltiples factores y se expresa en morfologías diversas; la educación por competencias podría ser un síntoma de todas ellas. Antes la educación y formación universitaria se orientaban al desarrollo de las capacidades intelectuales del sujeto, prescindiendo de los posibles campos y de las posibles formas de sus usos, empleos o aplicaciones; hoy la educación y formación universitarias se orientan a desarrollar aquellos conocimientos para ser aplicados a determinadas competencias. Mientras que la educación y formación universitarias dirigidas al desarrollo de las capacidades se construyen basándose en las “libertades” concretas de los individuos, la educación por competencias instrumentaliza los conocimientos y refuerza su utilitarismo (Nussbaum, 2011). Los ideólogos de las competencias han tratado de incorporar éstas a la educación universitaria, sin una previa reflexión crítica sobre lo que significan las competencias, cuál es su origen y de dónde proceden, cuál es su contexto ideológico y, sobre todo, las incompatibilidades y contradicciones entre el modelo de saberes y destrezas propios de las competencias y el conocimiento científico, teórico y crítico; el que hace pensar y desarrolla el pensamiento, que siempre había sido propio de la educación secundaria y universitaria. Para compensar esta falta de tratamiento crítico de las competencias y su adaptación a los sistemas académico científicos de la Universidad, los ideólogos de las competencias han procedido de manera inversa: adaptar los procesos y procedimientos epistemológicos propios de la docencia universitaria al esquema de las competencias. Varias son las consecuencias que resultan de tales prácticas, y que pueden observarse en muchos de los estudios y artículos que se han escrito y siguen escribiéndose sobre el tema. En unos casos, los más coherentes o radicales, la aplicación de las competencias a la docencia universitaria devastan la especificidad científica y académica de ésta, cambiando la formación de los futuros profesionales. En otros casos, la introducción de las competencias es casi más nominal o declarativa que efectiva, real en algunos campos más apropiados a este modelo educativo, pero irrelevante en otros ámbitos del saber y la formación universitaria. Aunque como situación intermedia o de transición encontramos propuestas híbridas, que intentan combinar con más o menos coherencia un modelo académico-científico de docencia universitaria con una enseñanza aprendizaje modulada por competencias. En cualquiera de estos casos, lo que aparece claro es que el programa de las competencias ha encontrado mayores resistencias en países donde hay un arraigado pensamiento educativo, mucho más sólido y con mayor tradición, mientras que las competencias arrasan en sistemas educativos e instituciones universitarias más nuevas y sin una fuerte tradición educativa y científica.