Sumario: | El ser y el hacer de la Universidad como institución que satisface las necesidades de profesionalización de los países, como espacio de mejoramiento de los niveles de cultura general de la población y como instancia de formación de una elite para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, requiere ser replanteado en el marco de los nuevos escenarios que afectan la efectividad de las instituciones, caracterizados por la globalidad, la movilidad, la flexibilidad, la complejidad y el impacto de la revolución científico-técnica en los modos de producción del conocimiento, en las dinámicas de aprendizaje y en la forma de relacionar las funciones sustantivas de las instituciones de educación superior. Los componentes tradicionales del concepto de universidad, aquellos que hacen parte de su historia milenaria, necesitan una interpretación que concilie la "idea de universidad" que forjaron los clásicos del pensamiento universitario, con las demandas actuales de sociedades que se asoman al próximo milenio sin haber resuelto su problema estructural de inequidad en la distribución de los bienes, con las consecuencias que de ello se derivan para las formas de organización de la sociedad, para sus estructuras jurídico - políticas y las diversas formas de la conciencia social. La Universidad como espacio de investigación, de formación humana y de apoyo solidario a la sociedad global puede seguir teniendo vigencia si, más allá de sus enunciados retóricos, se logra convertir tales funciones en propósitos precisos.
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