La enseñanza y la fraternidad americana
La América latina se encuentra en un momento histórico único y excepcionalmente ventajoso. Heredera de una civilización riquísima; con una sociedad sin prejuicios nacionales de exclusivismos egoístas; con fuentes de producción inagotables; en una situación geográfica maravillosa, siendo un nudo cent...
Autor principal: | |
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Formato: | info:eu-repo/semantics/article |
Lenguaje: | Español |
Publicado: |
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Argentina
1916
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Materias: | |
Acceso en línea: | http://repositoriodigital.uns.edu.ar/handle/123456789/3968 http://biblioteca-repositorio.clacso.edu.ar/handle/CLACSO/32549 |
Sumario: | La América latina se encuentra en un momento histórico único y excepcionalmente ventajoso. Heredera de una civilización riquísima; con una sociedad sin prejuicios nacionales de exclusivismos egoístas; con fuentes de producción inagotables; en una situación geográfica maravillosa, siendo un nudo central adonde afluirán las energías de todos los continentes; habitada por una raza superior, en la que el residuo aborigen apenas da su mezcla insinificante que ata la corriente de nuestra historia en la civilización con la prehistoria de la tierra nativa; el trabajo de la raza en formación, adquiere aquí como en ninguna parte del mundo, desmedida importancia, puesto que son los americanos de hoy, los que transformados en un propicio devenir, la constituirán en el futuro.
Puede decirse que tenemos en la mano los instrumentos necesarios para imponer a ese crecimiento una orientación saludable y amplia, en todos los círculos en donde se desenvuelve el progreso humano. Estamos en el momento en que se han de trazar las líneas definitivas; y quizá, si lo dejamos pasar, no vuelva a presentarse.
Los pueblos que se aislan de los otros para desarrollar su civilización, creyéndose depositarios de un extraordinario destino, receptáculos de la sabiduría absoluta, mirando con desdén más allá de sus límites, han visto acercarse el día de su ruina, sin haber incorporado a la corriente humana obras duraderas; puesto que, como alguien lo hace notar, el que desprecia a la humanidad, no puede encontrar lo más hermoso que hay en sí mismo |
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