Los aportes de Nitardo a la historiografía carolingia

La construcción de una tradición histórica franco-carolingia remite al análisis del discurso, análisis que no puede entenderse como el estudio de una fórmula pura y perfecta sino que debe considerar los encuadres de producción, recepción, contenido, tiempo y espacio que le sirven de marco de referen...

Descripción completa

Detalles Bibliográficos
Autor principal: Rodríguez, Gerardo
Formato: info:eu-repo/semantics/conferenceObject
Lenguaje:Español
Publicado: Universidad Nacional del Sur. Departamento de Humanidades. 2011
Materias:
Acceso en línea:http://repositoriodigital.uns.edu.ar/handle/123456789/2750
http://biblioteca-repositorio.clacso.edu.ar/handle/CLACSO/32341
Descripción
Sumario:La construcción de una tradición histórica franco-carolingia remite al análisis del discurso, análisis que no puede entenderse como el estudio de una fórmula pura y perfecta sino que debe considerar los encuadres de producción, recepción, contenido, tiempo y espacio que le sirven de marco de referencia, en este caso, la producción histórica y literaria de la “renovación cultural carolingia”, caracterizada por los fuertes lazos que vinculan la épica y la teología con la historia. Jean Batany afirma que el proyecto ideológico-político que se evidencia en Ermoldo y que subyace en los fundamentos de la “propaganda carolingia” del siglo IX derivó, con el devenir del tiempo, en el “mito carolingio” del siglo XII. La construcción del “mito carolingio” supuso reapropiaciones, resignificaciones, omisiones, silencios, interpolaciones, agregados. Al respecto Courtney Booker se pregunta si a partir de las fuentes del siglo IX podemos saber qué pensaron los hombres de aquella época acerca de los momentos de crisis social y política; cuáles son los códigos interpretativos que permiten leer y dar significado a los acontecimientos. En general, los historiadores han visto habitualmente la penitencia a Luis en 833 como el evento que marca el principio del fin de la dinastía carolingia. Sin embargo, las narrativas del siglo noveno no siempre ofrecen esta mirada y son los escritores a partir de Nitardo los que construyen el drama del 833, para contar una historia más grande de fe, de traición, de conveniencia política y declive. El resultado, la vulgarización de la imagen de Luis: se cuestionó sus aptitudes como gobernante. El segundo emperador carolingio, cuyos atributos de carácter Astrónomo había tratado de hacer aparecer bajo una luz positiva, se convertía, en contraste con el dinámico Carlos, cada vez más en “Luis el Piadoso”, en el demasiado bondadoso y débil epígono, que sigue viviendo como tal en el uso idiomático del francés y en la conciencia histórica hasta el día de hoy.