Sumario: | El dilema latinoamericano deriva, así, de un orden social basado en concepciones que valorizan la represión –de la mano de una policía autoritaria-, y acentúan la estigmatización de varios grupos sociales –hombres jóvenes, grupos en situación de vulnerabilidad social, minorías negras, indígenas y homosexuales–. Es así que, de hecho, muchos movimientos sociales son criminalizados. En tal estado de cosas, observamos con preocupación que, no solamente la autoridad restrictiva y represiva ha sido una constante del ejercicio del poder penal y policial en Latinoamérica, sino que no podemos dejar de lado otras expresiones de autoritarismo y violencia que emergen de formas de dominación simbólica o mediática. Autoritarismos arbitrarios, que se instauran como manifestaciones legítimas de acción social, en las cuales se gestan sentimientos de animadversión social que terminan legitimando el statu quo de una institucionalidad gubernamental conservadora y represiva. En este panorama, y como parte de sus prácticas políticas, los gobiernos de algunas naciones latinoamericanas además de utilizar la fuerza como mecanismo de imposición ideológica, han recurrido a otros dispositivos de alienación como el populismo o el nacionalismo, estructurando así nuevas modalidades de dominación tradicional investidas de aparente transformación social.
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