Sumario: | La experiencia democratizadora en la región centroamericana es símbolo de intermitencia, fragilidad y excepcionalidad en el contexto de América Latina. Entre consonancias, especificidades y contrapuntos, los procesos de transición e instauración de democracias representativas electorales en los últimos treinta años, han sido un ejemplo del desajuste existente entre los escenarios procedimentales de la democracia y el mejoramiento sustantivo de las sociedades. Democracias malas, las denomina el intelectual Torres-Rivas (2010), por la disonancia entre una “creciente” institucionalidad democrática y el aumento en la pobreza y la desigualdad social, la inseguridad y la criminalidad social, la devastadora condición de los derechos humanos y una intensificación del fenómeno trans-migratorio. Democracias posibles, es necesario también considerarles, si se toma en cuenta el valioso trabajo de organizaciones civiles para la defensa de los derechos humanos (en particular de los pueblos indígenas y de la mujer), el territorio y los recursos naturales, la autodeterminación social y el ímpetu por una estructura de sociedad igualitaria y democrática. Este artículo tiene como objetivo caracterizar, por medio de una revisión geo-histórica, el desenvolvimiento del heterogéneo ciclo democrático en Centroamérica, abierto en la década 1980. Para lo cual se identifican los procesos de transición e instauración de las democracias electorales y los desarrollos democráticos desiguales experimentados en las últimas tres décadas. Por otro lado, se reconocen los horizontes de la “calidad democrática” experimentada en Guatemala, El Salvador y Nicaragua en la última década (2000-2010/12), por medio de un análisis comparado de diversos macro-indicadores cualitativos y cuantitativos.
|