Sumario: | La estructura del texto se compone de tres capítulos. En el primero, Desciudadanización, estado de excepción y campo: la estructura política contemporánea se analiza la relación entre el momento actual del sistema de sociedad capitalista y la producción de segmentos de población desterritorializada por migraciones forzadas hacia los llamados países metrópoli, debido a las condiciones económicas de los países periféricos. Esta desterritorialización ha producido la necesidad tanto de tratar a la población movilizada como a la inmovilizada en los territorios ya sea por la imposibilidad de moverse o por los esfuerzos de repatriación en la forma de deportación criminalizante (población desecho, según Zigmunt Bauman, 1999, 2003, 2007). Siguiendo las propuestas del filósofo italiano Giorgio Agamben (2002, 2003, 2004), se observa que el estado de excepción y el campo (campo de detención, campo de concentración, centro de internamiento, prisión preventiva, etc.), así como la producción de vida desnuda o nuda vida (la eliminación de derechos políticos, lo que en el contexto del capítulo se reconoce como desciudadanización), se han convertido en los pilares que sostienen al Estado como institución. Esto se puede observar en las legislaciones que convierten en delito el cruce de fronteras (incluso esto es notable en el cambio de designación de los inmigrantes de “indocumentados” a “ilegales”), así como en legislaciones internas que criminalizan la pobreza y producen formas desciudadanizantes para el tratamiento de la población excedente y problemática con leyes de mano dura, lo que ocasiona el crecimiento de las poblaciones carcelarias. El segundo capítulo Pandillas transnacionales; entre la desciudadanización y la integración se contrastan, en dos apartados, el caso salvadoreño y ecuatoriano según el proceso de criminalización del primero y el de integración del segundo. El primer apartado, El Salvador. Criminalización y desciudadanización analiza cómo ha tratado el Estado salvadoreño el proceso de transnacionalización que han sufrido las pandillas desde los años noventa, y cómo se han implicado políticas de seguridad pública que han generado formas de desciudadanización (disminución e, incluso, eliminación de derechos políticos de los jóvenes pandilleros). La acción gubernamental se observa en el continuo de políticas de seguridad pública hacia la seguridad nacional, produciendo mutaciones en las pandillas que las hacen más violentas. Igualmente se analiza el fenómeno de la tregua iniciada en marzo de 2012, acordada por las principales pandillas: la Pandilla 18 y la Mara Salvatrucha 13. El segundo apartado del segundo capítulo, Ecuador: La legalización de los Latin Kings observa el proceso contario a la criminalización mediante políticas que buscan la integración de los jóvenes pandilleros sin intentar disolver el grupo. El análisis se enfoca en la participación de los agentes (funcionarios e investigadores) que permitieron la apertura del Estado para asumir otra forma de tratamiento del fenómeno, así como la importancia de la participación de los jóvenes Latin Kings. Se presentan las virtudes del proceso como ejemplo fructífero para su replicación, mediante su adecuación, en latitudes con presencia de pandillas transnacionales (incluso tradicionales) que podrían evitar escaladas de violencia como sucede en el triángulo norte de Centroamérica. En el tercer capítulo Discursos, flujos y contraflujos de las pandillas transnacionales: Principales diferencias y similitudes culturales entre la Pandilla 18, la Mara Salvatrucha 13 y los Latin Kings se realiza la comparación entre las distintas culturas pandilleras para analizar cuáles son las cualidades que permiten aperturas hacia el resto de la sociedad y cuales refuerzan las clausuras y la beligerancia que desemboca en actividades delincuenciales y aumento de la violencia. Se debate entre las orientaciones teóricas “cuerpo sin órganos” y “organizaciones de la calle” a través de las subculturas callejeras con que se vertebran las pandillas transnacionales y cómo estas diferencias entre la horizontalidad y la verticalidad facilitan o dificultan la comunicación con el resto de la sociedad y las instituciones gubernamentales. Sin duda, se cruzan dos líneas en ambos casos y es en ese cruce que se produce criminalización o integración: una línea es la estructura de los gobiernos según su diseño institucional y políticas públicas de seguridad, la otra es la cultura de las pandillas que define estructuras verticales u horizontales con mayor o menor capacidad de mutación frente a los influjos de la estructura política de los países donde se desarrollan. En ese cruce una tercera línea es fundamental, pero está determinada por la apertura del Estado para escucharla, mucho más que por las pandillas: la línea académica y su acercamiento al fenómeno. En Ecuador esta línea pudo construir procesos de investigación-acción profundos que fructificaron al establecer contactos con la línea gubernamental, permitiendo la legalización de los Latin Kings. En El Salvador esta línea ha sido profusamente productiva y, por ello, sumamente crítica de la postura gubernamental. Sin embargo, ha sido permanentemente desoída por lo que se ha dificultado la investigación-acción de largo aliento. La situación actual en El Salvador, con la tregua pactada entre los pandilleros gracias a la facilitación de agentes de la sociedad civil, a pesar de sus falencias y opacidades, se presenta como una oportunidad inmejorable para iniciar procesos tendientes a la inclusión, después de haber corroborado que la criminalización no ha menguado la violencia.
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